Thursday, February 02, 2006

Platon contra el relativismo de Protagoras

Crítica platónica el relativismo sofista por sus implicaciones escépticas y absurdas y por ser inadecuado para la fundamentación última de la vida ética y política.

Cabe entender la filosofía platónica como uno de los más importantes y radicales intentos de superar el relativismo. El relativismo al que se va a enfrentar Platón (como antes su maestro Sócrates) es el de los sofistas, y fue precisamente uno de estos filósofos, Protágoras, quien expresó gráficamente la esencia del relativismo con la frase “el hombre es la medida de todas las cosas, de las que son en tanto que son y de las que no son en tanto que no son”.

Fueron varios los motivos que le llevaron a Platón a rechazar el relativismo; los siguientes son seguramente los más importantes:

I. Desde el punto de vista ético y político:

Platón creyó que sólo la existencia de valores morales absolutos puede permitir la vida buena y la acción política justa, y precisamente el Mundo de las Ideas quiere ser ese marco de referencia absoluto “que es necesario tener en vista para poder obrar con sabiduría tanto en lo privado como en lo público”, como nos dice al final de la exposición del mito de la caverna en “República”.

II. Desde el punto de vista lógico y epistemológico:

A. Motivos epistemológicos:
Una de las críticas más razonadas y cuidadosas se refiere a las implicaciones del relativismo desde el punto de vista de la posibilidad del conocimiento: como en el caso anterior, sólo la existencia de un mundo de entidades absolutas ―las Ideas― puede permitir la superación del relativismo y la instauración de la ciencia entendida como saber estricto.


B. Motivos lógicos:
En el “Teetetos” (obra en la que Platón analiza la esencia de la ciencia) presenta los argumentos más precisos y rigurosos en contra del relativismo, argumentos que se pueden resumir como sigue:

1.

Si el relativismo estuviese en lo cierto no tendría sentido la enseñanza y todos estarían ya en la verdad o el conocimiento si así les parece: Con cierta ironía, Platón nos dice que si cuando a uno algo le parece verdadero, ese juicio ya es verdadero (tal y como afirma el relativismo), no se ve qué privilegio tiene el propio Protágoras “para creerse con derecho para enseñar a los demás y para poner sus lecciones a tan alto precio. Y nosotros, si fuéramos a su escuela ¿no seríamos unos necios, puesto que cada uno tiene en sí mismo la medida de su sabiduría? [...] ¿no es una insigne extravagancia querer examinar y refutar mutuamente nuestras ideas y opiniones, mientras que todas ellas son verdaderas para cada uno, si la verdad es como la define Protágoras?”
2.

Si el relativismo fuese cierto entonces habría que aceptar que una opinión propia es verdadera para uno y falsa para otro: Si nos formamos un juicio sobre un objeto cualquiera, esta opinión nos parecerá verdadera, pero los demás también la pueden juzgar y en algunos casos la pueden juzgar falsa, con lo que es verdad que es falsa puesto que según el relativismo si a una persona una opinión le parece falsa ―o verdadera― ésta es falsa ―o verdadera―; de ese modo, tendríamos que la misma opinión puede ser verdadera y falsa. Este argumento se puede ilustrar con claridad si tomamos el siguiente ejemplo: para los creyentes la opinión (el juicio diríamos nosotros ahora) “Dios existe” es verdadera, luego es verdadera según el relativismo porque a algunas personas les parece verdadera; sin embargo el ateo considera que es falsa, luego es falsa según el relativismo porque a algunas personas les parece falsa. Esta conclusión parece atentar contra lo que ahora llamamos principio de no contradicción: no es posible que una proposición y su contradictoria sean ambas verdaderas; o dicho de otro forma: una misma proposición no puede ser verdadera y falsa.
3.

Si el relativismo fuese cierto también sería cierta la tesis contraria, luego el relativismo es falso: Dice Platón por boca de Sócrates: “... he aquí lo más gracioso. Protágoras, reconociendo que lo que parece a cada uno es verdadero, concede que la opinión de los que contradicen la suya, y a causa de la que creen ellos que él se engaña, es verdadera [...] Luego conviene en que su opinión es falsa, puesto que reconoce y tiene por verdadera la opinión de los que creen que él está en el error [...] Los otros, a su vez, no convienen ni confiesan que se engañan [...] Está pues obligado a tener también esta misma opinión por verdadera, conforme a su sistema [...] Así, puesto que es combatida por todo el mundo la verdad de Protágoras, no es verdadera para nadie, ni para él mismo...”; concluye Teodoro, seguidor de Protágoras: “Sócrates, tratamos muy mal a mi amigo”.

Fijémonos en las siguientes proposiciones:

a) “el relativismo es verdadero”

b) “el relativismo es falso”

a) y b) son proposiciones contradictorias; la primera le parece verdadera a Protágoras y a todos los relativistas; la segunda a Platón y a todos los que defienden el punto de vista objetivista. El objetivismo considera que no pueden ser ambas verdaderas, que la primera es falsa y la segunda verdadera. El relativismo, sin embargo, tiene que admitir que ambas son verdaderas puesto que la primera les parece verdadera a los relativistas y la segunda a los objetivistas (recordemos que para el relativismo una opinión es verdadera si así se lo parece a alguien). En definitiva, el argumento que presenta aquí Platón le llevaría a Protágoras a defender que su teoría es verdadera (pues así lo considera él mismo) y falsa (puesto que así lo consideran otras personas).

Protagoras Versus Platon

Bajo el yugo de platón
Protágoras se afirma en el cambio, en el continuo devenir. Creo que es por aquí por donde se debe comenzar a interpretar al sofista, por su ontología. El filósofo de Abdera concibe el ser como algo en movimiento, como un constante fluir: es la realidad cambiante y multiforme, plural, sumergida en el río de Heráclito.
En esta concepción ontológica se soporta toda la filosofía protagórica y adquiere validez. Es así como, desde un principio, nos encontramos con algo determinante: la radical distancia entre el pensamiento de Platón, fundamentado en la ontología inmóvil de Parménides, y el pensamiento de Protágoras, el cual ha encontrado una fuerte empatía con el filósofo de Efeso.
"Fue el primero (Protágoras) en decir que sobre cualquier tema son posibles dos tesis contrarias entre sí".
"También Protágoras sostiene que el hombre es la medida de todas las cosas, de las que son en cuanto que son y de las que no son en cuanto que no son"
De estas dos sentencias es posible deducir lo que he visto como el fundamento Protagórico: la lógica de relaciones. Con la primera sentencia que hace referencia al principio antilógico, Protágoras pone de manifiesto que las cosas no son en sí mismas sino que son en relación con algo, es decir, que no existe lo absoluto, único e inmutable; la justicia, la bondad o lo pequeño no son realidades universales y absolutas, pues algo puede ser bueno para ciertas personas (animales, plantas o cosas) mientras que para otras no, ejemplo: que la madera se quiebre, debilite o corrompa, es bueno para el carpintero pero malo para los demás. E incluso, para las mismas personas algo puede ser bueno en determinadas circunstancias y puede no serlo en otras, ejemplo: que llueva es bueno en tiempos de sequía pero no en tiempos de fuerte invierno. De igual forma un elefante puede ser muy grande en relación con el tamaño del hombre, pero extremadamente pequeño en relación con el planeta. Entonces no puede decirse que el elefante es por sí solo grande o pequeño, o que algo es justo, bueno o feo por naturaleza.
Protágoras con esto no hace más que eliminar la verdad absoluta, divina, esa verdad única e inmutable que mora en el Topos Uranos de Platón y que determina todo lo existente en el mundo sensible, "aparente" y mundano. Si sabemos que para Platón la verdad es preexistente y que la intención humana debe estar encaminada a conocerla, entonces es comprensible la manera tan vehemente como Platón ataca a Protágoras y a los sofistas en general. La filosofía de Protágoras no solo contradice el sistema platónico, sino que lo destruye, lo deja sin piso, sin ideas.
Con la segunda sentencia, la que se refiere a la frase Homo-Mensura, Protágoras además de reiterar el predominio de una lógica de relaciones sobre una lógica monádica o absoluta (desde la que nos habla Platón), pone de manifiesto un profundo humanismo. Cuando Protágoras dice: "el hombre es la medida de todas las cosas", está diciendo que es el hombre el que da sentido a su entorno, es quien aprehende el mundo y construye así una realidad propia de valoraciones y conocimientos determinados.
Es importante aclarar que hay distintas teorías que polemizan sobre el tipo de ‘Hombre’ al que se refiere Protágoras en la frase, si habla del ánthropos como ser individual, como especie o como ser integrado en círculos sociales. Puesto que no es el caso exponer aquí las distintas teorías, basta con aclarar que la más coherente con el pensamiento protagórico y por tanto más acertada es la que presenta José Barrio Gutiérrez. Éste advierte una conjunción de la tesis individualista con la sociológica, entendiendo que el hombre individual está referenciado a la polis. Y es aquí donde nos encontramos con un Protágoras amante y defensor de la sociedad y la cultura:
Protágoras admite la pluralidad de representaciones en los hombres, pues todo fluye y por tanto la realidad es infinitamente cambiante, pero no distingue entre ellas unas verdaderas y otras falsas sino unas más convenientes que otras. Las diversas opiniones no se determinan por su nivel de verdad al modo platónico, sino por su nivel de conveniencia, y conveniencia para quién? Para la sociedad, que en últimas es lo que afirma a los individuos y al hombre como agente creador.
"Pues lo que a cada Estado (polis) le parece justo y bello, efectivamente lo es para él, mientras tenga el poder de legislar".
"...por naturaleza no hay nada que lo sea esencialmente, sino que es el parecer de la colectividad el que se hace verdadero cuando se formula y todo el tiempo que dura ese parecer".
Hemos dicho entonces que de las dos sentencias que se refieren al principio antilógico y a la Frase Homo-Mensura se deriva el fundamento protagórico, es decir, el pilar de todo su sistema y, a mi parecer, el gran aporte del filosofo de Abdera: la lógica de relaciones. La profunda relación que existe entre las dos sentencias puede entenderse como una complementación, es así como Solana Dueso dice que las antilogías enuncian un principio general del que la FHM sería el resultado de aplicar tal principio a dos ámbitos específicos: las valoraciones y el conocimiento.
Para Solana Dueso, estas dos sentencias junto con la de "hacer fuerte el argumento débil", constituyen el núcleo fuerte del protagorismo. En realidad esta última sentencia no es más que la reafirmación de la lógica de relaciones: toda opinión es verdadera en relación con quien así la considera o percibe. Esto se deriva de una concepción ontológica que entiende el ‘ser’ como algo cambiante y plural, contraria a una ontología inmóvil e inmutable desde la cual Platon deriva su lógica absoluta.

Hasta el momento se ha intentado desarrollar ligeramente lo que Solana Dueso ha llamado el núcleo duro del protagorismo, presentando a la vez algunas consideraciones acerca de la dicotomía Platón-Protágoras, éste último como representante de la sofística. Pero, ¿qué es lo que en realidad se disputan Platón y Protágoras y los sofistas en general?, ¿qué implica el asumir una ontología inmóvil e inmutable a diferencia de una movible y cambiante?, ¿cuál es la consecuencia práctica de una lógica absoluta y la de una lógica de relaciones?, ¿qué implica juzgar todo lo humano a la luz de la verdad o a la luz de la conveniencia?
Para intentar dar respuesta a esto creo necesario realizar ciertas aclaraciones que en su mayoría son de carácter histórico, apoyado más que todo en el texto de Paul Elthen: "Los sofistas y Platón".
La civilización griega en los siglos VI y V a. de c. atraviesa por un momento histórico en el que el logos comienza a imponerse y a ser la forma mediante la cual se aprehende el mundo; el pensamiento racional y secular prevalece sobre el mítico, se pasa de una cosmogonía a una cosmología.
Esto da lugar a que se comience a pensar en la posibilidad de una vida social, esto es, la unificación de los grupos humanos no por instituciones familiares y religiosas sino por instituciones de carácter político que pongan en juego el ejercicio de lo común: nomos.
Es en este momento histórico de occidente en el que aparecen Platón y los sofistas como dos corrientes opuestas que pretenden teorizar sobre el cómo debe ser la vida socio-política en el reciente espacio urbano.
Lo que se disputan entonces las dos corrientes, es la forma correcta en que debe ser entendido y fundamentado el orden social en el nuevo mundo regido por el logos, secular y político.
Es así como nos encontramos con dos perspectivas distintas y opuestas de entender el mundo, dos formas de habitarlo, dos posibilidades éticas.
Protágoras, como sofista que es, ha obtenido una sabiduría mediante la peregrinación por diversas culturas y civilizaciones, y gracias a esto entiende el mundo como el producto del obrar humano, y la cultura como el artificio del hombre mediante el cual supera su status nature. Esto le permite establecer que el ‘ser’ es cambiante y por tanto no hay verdades absolutas. Todo lo que rige las relaciones humanas no son más que convenciones, pues ha descubierto que entre unas culturas y otras varían los valores, las creencias religiosas y las formas de entender el mundo. Es así como el hombre es la medida de todas las cosas; cada una de las sociedades determina los parámetros en que gira su propia realidad.
Nos encontramos aquí con la relación fisis-nomos, entendiendo por fisis lo que emerge espontáneamente: materia y hombre, y entendiendo por nomos el artificio humano que se hace común. Para Protágoras, el nomos es un logro del hombre, pues es una realidad más elaborada y superior que la fisis. Superior en términos de conveniencia y utilidad, obviamente no en términos
de verdad. El nomos constituye el logro del derecho, de la justicia, de la cultura, de la vida en sociedad.
De lo anterior podemos deducir varias cuestiones: un relativismo axiológico y social, una fundamentación de la democracia, un profundo sentimiento de admiración y de aceptación de lo humano, cuestiones estas que a mi modo de ver hacen parte significativa de una propuesta ética, y por tanto política, incentivada por Protágoras.

Es importante advertir en lo que hasta ahora hemos expuesto, una concepción inmanente del lenguaje por parte de Protágoras. El lenguaje, tan justamente reivindicado y elogiado por los sofistas, es fuente creadora, es fundamento de lo humano que permite colmar de sentido al mundo. Es el logos en su más pura significación: pensamiento y palabra.
La afirmación del lenguaje como agente creador, es la más clara afirmación del hombre, de lo mundano. Es una feliz aceptación de nuestra condición, a la vez que es un reconocimiento en el más perfecto azar, una afirmación de vida; caso distinto al que presenta Platón que ve en el lenguaje tan solo un vínculo con las ideas, con la verdad, algo predeterminado y para nada contingente.
La relatividad axiológica y social que defiende Protágoras es fundamento de la democracia, es el reconocimiento de la diversidad de opiniones. Con esto, se advierte el surgimiento de una verdadera libertad política y de la tolerancia, como principios de la vida en sociedad, ese gran logro del hombre, de la razón, del lenguaje: del logos.
Radicalmente contrario, Platón fundamenta lo humano mediante una concepción metafísica, es decir, plantea una forma de entender al hombre no mediante su condición mundana sino mediante algo totalmente ajeno a él.
Esto es la teoría mítica, y por tanto irracional, del mundo de las ideas, con la que Platón pretende imponer el peso de la verdad absoluta, preexistente y universal sobre la conciencia humana.
Es bastante contradictorio el que Platón soporte toda su filosofía de la verdad en el mito, que denigre de forma tan acerba de la retórica cuando se vale extraordinariamente de ella para persuadirnos acerca de la preexistencia de las ideas, de la eternidad del alma, del mundo inteligible como paradigma del sensible, de la falsedad de éste nuestro mundo, del recordar como única forma de conocimiento... etc, todos estos mitos que son de una inmensa belleza literaria, y que hacen de Platón el más grande de los sofistas, entendiendo aquí (y solo aquí) ‘sofista’ en el sentido platónico: el que se vale de engañosos y seductores discursos para hacer verdadero lo que es falso.
Es de esta forma como Platón instaura una forma propia de habitar y de entender el mundo, una ética en la que el dominio de unos hombres sobre otros se legitima en el poder divino, en la que es dable destruir culturas apelando al nivel de superioridad en relación con la verdad, una ética en la que se suprime al otro, en la que se condena la realidad mundana y en la que solo hay cabida para lo absoluto. Sin lugar a dudas, el origen de todos los totalitarismos. Una perniciosa e ‘inconveniente’ forma de habitar el mundo, que con sus delirios de ‘verdad’ pretende someter la voluntad humana a los fantasmas inaprehensibles de una realidad inexistente, o metafísica si se quiere.
No hay que hacer muchos esfuerzos para ver en Platón el fundamento de la tradición judeocristiana, y para advertir entonces que esta forma de entender la existencia del hombre ha sido la reinante a lo largo de la civilización occidental, relegando así la saludable posibilidad de un entendimiento del hombre en tanto hombre y de un ordenamiento social, moral y político a la luz de la conveniencia; posibilidad ética que a quedado bajo el yugo de lo absoluto, bajo el yugo de Platón.
"Entonces estos ingratos se imaginaron estar sustraídos a su cuerpo y a su tierra. Sin embargo, ¿a quién debían las convulsiones y delicias de su éxtasis? A su cuerpo y a esta tierra".
Nietzsche